30.3.05
Sino seres humanos con seres humanos
El año 1905 en la localidad turística francesa de Boulogne-sur-Mer tuvo lugar un acontecimiento singular en la historia mundial: "se reunieron no franceses con ingleses, ni rusos con polacos, sino seres humanos con seres humanos". Todos hablando el mismo idioma, que no era de ninguno de ellos, sino de todos.
Estoy hablando, claro está, del primer congreso mundial de esperanto, del que este año se celebra el primer centenario. Desde entonces, con la única interrupción de los años de las dos guerras mundiales, se ha convertido en una costumbre que esperantistas de todos los países se reúnan en una ciudad para, simplemente, hablar, de igual a igual, sin barreras lingüísticas.
El significado de Boulogne no puede ser sobrevalorado. Fue un hito fundamental de la lengua, que por primera vez demostraba sin lugar a dudas su realidad y sus capacidades. Antes de él era habitual oír que era imposible comunicarse en una lengua artificial, que eso "simplemente no podía funcionar". Incluso muchos partidarios de la idea tendían a tratarla como algo deseable, pero que en el fondo no se sabe si podía llevarse de verdad a la práctica. Y los que ya lo habían aprendido todavía mantenían una cierta timidez, que ocasionaba que se prefiriese el contacto escrito, o el empleo preferente de los idiomas nacionales en el caso de las reuniones internas. Todo ello cambió ese verano. Los hablantes tomaron confianza, demostraron a los demás y también a sí mismos que era posible hablar esperanto con fluidez, ser entendido por nacionales de otras lenguas sin especiales dificultades, sin que importase la nacionalidad ni el lugar de procedencia.
Se comprobó incluso que el esperanto sonaba bien, y que era posible escuchar discursos bellos y elocuentes si el orador daba con el tono adecuado. Aún hoy se leen con agrado los discursos del congreso, especialmente el inaugural del iniciador del idioma, el Dr. Zamenhof, del que están extraídas las palabras entrecomilladas al comienzo de este texto.
Se aprobó entonces también la Declaración sobre la Esencia del Esperantismo, o Declaración de Boulogne, que fijó la base del movimiento, su carácter "neutralmente humano" y el derecho a que cada hablante emplee el idioma para los fines que estime oportunos. A la vez, fijó el llamado Fundamento del Esperanto, la base que fija las reglas básicas del idioma, que no pueden modificarse por ninguna reforma, pero permiten su evolución natural, como en el caso del resto de lenguas existentes.
El congreso de Boulogne está siendo conmemorado en estas fechas pascuales en el mismo lugar donde tuvo lugar el primero, en un encuentro organizado por las asociaciones esperantistas francesas. El éxito ha sido inmediato: ya en diciembre se habían completado las plazas disponibles, y tanto los propios eventos organizados para la ocasión, como un simposio abierto que tuvo lugar unos días antes para el público no iniciado han contado con una asistencia muy numerosa.
De nuevo se ha sentido (se está sintiendo) que, por encima de incredulidades y barreras nacionales, el esperanto está vivo y continúa entusiasmando a aquellas personas que ya han tenido la ocasión de comprobar que es posible la comunicación de igual a igual.
Estoy hablando, claro está, del primer congreso mundial de esperanto, del que este año se celebra el primer centenario. Desde entonces, con la única interrupción de los años de las dos guerras mundiales, se ha convertido en una costumbre que esperantistas de todos los países se reúnan en una ciudad para, simplemente, hablar, de igual a igual, sin barreras lingüísticas.
El significado de Boulogne no puede ser sobrevalorado. Fue un hito fundamental de la lengua, que por primera vez demostraba sin lugar a dudas su realidad y sus capacidades. Antes de él era habitual oír que era imposible comunicarse en una lengua artificial, que eso "simplemente no podía funcionar". Incluso muchos partidarios de la idea tendían a tratarla como algo deseable, pero que en el fondo no se sabe si podía llevarse de verdad a la práctica. Y los que ya lo habían aprendido todavía mantenían una cierta timidez, que ocasionaba que se prefiriese el contacto escrito, o el empleo preferente de los idiomas nacionales en el caso de las reuniones internas. Todo ello cambió ese verano. Los hablantes tomaron confianza, demostraron a los demás y también a sí mismos que era posible hablar esperanto con fluidez, ser entendido por nacionales de otras lenguas sin especiales dificultades, sin que importase la nacionalidad ni el lugar de procedencia.
Se comprobó incluso que el esperanto sonaba bien, y que era posible escuchar discursos bellos y elocuentes si el orador daba con el tono adecuado. Aún hoy se leen con agrado los discursos del congreso, especialmente el inaugural del iniciador del idioma, el Dr. Zamenhof, del que están extraídas las palabras entrecomilladas al comienzo de este texto.
Se aprobó entonces también la Declaración sobre la Esencia del Esperantismo, o Declaración de Boulogne, que fijó la base del movimiento, su carácter "neutralmente humano" y el derecho a que cada hablante emplee el idioma para los fines que estime oportunos. A la vez, fijó el llamado Fundamento del Esperanto, la base que fija las reglas básicas del idioma, que no pueden modificarse por ninguna reforma, pero permiten su evolución natural, como en el caso del resto de lenguas existentes.
El congreso de Boulogne está siendo conmemorado en estas fechas pascuales en el mismo lugar donde tuvo lugar el primero, en un encuentro organizado por las asociaciones esperantistas francesas. El éxito ha sido inmediato: ya en diciembre se habían completado las plazas disponibles, y tanto los propios eventos organizados para la ocasión, como un simposio abierto que tuvo lugar unos días antes para el público no iniciado han contado con una asistencia muy numerosa.
De nuevo se ha sentido (se está sintiendo) que, por encima de incredulidades y barreras nacionales, el esperanto está vivo y continúa entusiasmando a aquellas personas que ya han tenido la ocasión de comprobar que es posible la comunicación de igual a igual.
9.3.05
Vampiros en esperanto
En esta semana se estrena en las pantallas españolas el filme "Blade: Trinity", la tercera entrega de la serie vampírica Blade. Curiosamente, la película muestra varios elementos con relación a la lengua esperanto: los carteles son bilingües, en inglés y esperanto, y también en este idioma se desarrolla una conversación entre el personaje que interpreta el actor Kris Kristofferson con un vendedor de periódicos (ignoro cómo ha quedado esta parte en la versión doblada). Por otra parte, hay un homenaje al filme de culto "Incubus" (en el que William Shatner hablaba un esperanto espantoso), con la aparición de una de sus escenas en una televisión que se ve al fondo.
Según declaró el director, David Goyer, deseaba mostrar que la mayoría de las ciudades de nuestro planeta son bilingües, de forma que la urbe en la que se desarrolla la acción también lo es.
En un artículo aparte describo con detalle la corta pero curiosa relación que el esperanto ha tenido con el séptimo arte.
En esperanto
Según declaró el director, David Goyer, deseaba mostrar que la mayoría de las ciudades de nuestro planeta son bilingües, de forma que la urbe en la que se desarrolla la acción también lo es.
En un artículo aparte describo con detalle la corta pero curiosa relación que el esperanto ha tenido con el séptimo arte.
En esperanto