31.8.06

 

ny

A alguna persona le llamó la atención que en el anterior artículo utilizara la grafía Catalunya en el título, mientras que en el resto del texto aludía a este lugar como Cataluña. Es un buen momento para explicar por qué empleo el dígrafo ny en algunas ocasiones, entre las que se incluye mi dirección de correo electrónico, e incluso, en algunos casos, mi propio nombre hipocorístico (Toño).

No se debe a que defienda el uso de la grafía Catalunya. No, de la misma manera que en los textos catalanes se tiene que escribir Espanya, o Saragossa, al escribir en castellano digo Lérida (y no Lleida), Londres (y no London), y, en fin, Cataluña y no Catalunya. (Aunque también, todo sea dicho, soy consciente de que en este aspecto los usos cambian rápidamente, y ya nadie va a decir San Baudilio de Llobregat en vez de Sant Boi o Tolosa de Francia en vez de Toulouse).

La razón es otra: creo que el español debería tener un sucedáneo para la letra ñ. Es decir, una alternativa que pueda emplearse cuando por razones tipográficas o tecnológicas, no exista la garantía de que la eñe va a aparecer correctamente. Y creo que el más adecuado es precisamente la combinación ny.

Entiéndase bien, no estoy defendiendo que desaparezca la ñ. En primer lugar, porque eso puede suponer casi arriesgar el pellejo, y en cualquier caso ser acusado de traidor o algo peor. No pasa nada por disponer de un símbolo especial de la lengua, que se ha convertido en su símbolo. Al fin y al cabo, casi todos los idiomas que emplean el alfabeto latino lo han modificado o ampliado de alguna manera. Curiosamente, uno de los poquísimos idiomas que (casi) no emplean cedillas, tildes, acentos o diéresis, es el inglés... y ese es el meollo de gran parte de los problemas.

Pero, eso es obvio, el uso de la ñ comporta muchos problemas. Cualquiera que la tenga en su nombre o apellidos habrá visto documentos o recibido cartas en que su nombre aparecía convertido en un acertijo. Si uno quiere encargar una dirección de correo electrónico o registrar un dominio, tendrá que buscarse la vida. Si escribes un mensaje electrónico o un sms a una persona de otro país, puedes prepararte a que reciba cualquier cosa, dependiendo de las codificaciones del otro idioma.

Siempre puedes decir, como muchos: bueno, que los otros espabilen. No tienen por qué hacerlo. Las películas usonianas pueden seguir deciendo que se basan en un libro Blasco Ibanez (sic), y lo mismo en el caso de sus libros. Los franceses seguirán hablando de Bunuel (incluso en Amazon).

No le pasa sólo al español, ya lo he dicho. El esperanto también tiene unas letras especiales, que dan muchos problemas en la tipografía; incluso más a menudo, ya que pertenecen a otra familia de las normas ISO que regulan las codificaciones. Los alemanes tienen la famosa ß. Y casi todo el mundo castellanohablante pronuncia boitila o balesa, sin saber que la ł de Wojtiła y Wałęsa tiene un sonido bastante diferente de la ele.

Pero el esperanto o el alemán tienen una forma de solventar las dificultades: emplear sucedáneos cuando es necesario. En el caso del esperanto, ya las primeras gramáticas contemplaban la posibilidad de emplear dígrafos con la hache (ch en vez de ĉ, sh en vez de ŝ) o directamente sin colocar el acento (u en vez de ŭ); en otros casos se pospone una equis (cx, sx, ux), cuando se quieren evitar ambigüedades. Los alemanes sustituyen sin problemas la ß por ss.

Así que propongo que en castellano se establezca un sucedáneo oficial para la eñe, que la sustituya en todos estos casos descritos. Es lo que yo he hecho en el título del artículo citado: si lo hubiera titulado Historia del esperanto en Cataluña, el enlace permanente que me hubiera asignado Blogger habría sido algo así como http://xx/historia-del-esperanto-en-catalua.htm. Podéis verlo en los numerosos blogs donde aparece esta expresión catalua en el título. Así que no, mejor Catalunya, aunque sea sólo para estos casos.

¿Y por qué ny, en vez de nn o nh o alguna otra combinación?

Bueno, la verdad es que la utilización de otra letra o grupo de letras en esta función, también tiene sus inconvenientes. En primer lugar, no todo el mundo identifica que se trata de un símbolo equivalente a la ñ. En segundo lugar, se pueden provocar confusiones cuando la combinación exista ya en palabras en que tenga otra pronunciación. Finalmente, se puede alterar el orden ortográfico.

Justamente por esto me decanto por la combinación ny.

En primer lugar, casi todo el mundo la puede identificar como una variante de la ñ, debido a su uso en catalán (y en algunas palabras inglesas). Además, no soy el primero que la emplea así: lo he visto en algunos hispanos en Estados Unidos, o en algunos nombres como el del hermano de Manu Chao. Ello no ocurre en el caso de la combinación nj, que es la que se emplea en casos similares en esperanto: cuando la he empleado en alguna ocasión, a casi todos los hispanos les sale el sonido de la jota; así que lo he descartado, con gran dolor de corazón a pesar de que lo empleé en alguna ocasión (hay quien todavía me llama Tonjo...). En el caso de ny creo que es más evidente cuál es la pronunciación de, por ejemplo, Nyerere (aunque tengo mis dudas: deberíamos haber convertido Kenya en Keña, en vez de Kenia).

En cuanto al segundo inconveniente, la existencia de numerosas palabras castellanas donde se emplean ya las combinaciones nn o nh (innoble, inhalar...), aconsejan el empleo de ambos. Es una pena, porque nn era el dígrafo tradicional, más antiguo incluso que la tilde de la ñ. También me lo pensé en el caso de nh, porque nos uniría un poco con los portugueses, y podría ser una vía de resolución de las polémicas del gallego (si éstos siguieran una propuesta similar a la mía, no tendríamos dos normas concurrentes, sino que ambas podrían coexistir, como coexisten la ß alemana con la ss suiza), pero creo que existen más inconvenientes que ventajas.

Finalmente, sustituir ñ por otra combinación alejada en la ordenación ortográfica, daría problemas prácticos de muy diverso tipo. Por eso, no me convence el uso de la francesa gn. Justamente ny es la que causa menos inconvenientes, aunque sí he detectado algún caso aislado en que cambiaría el orden en diccionarios y listados (paño/panza, año/anzuelo).

Así que, ya lo sabéis. Si veis escrito Tonyo, no es que sea catalán ni que quiera que me llamen Ton-yo. Es que quiero ponérselo fácil a los ordenadores y las imprentas. Y sobre todo a los no-hispanoparlantes.

20.8.06

 

Historia del esperanto en Catalunya

Cuando se estudia la historia del esperanto en diversos ámbitos geográficos, una de las más interesantes es la evolución del esperantismo en Cataluña. Tan importante y tan compleja que en la Enciclopedia de Esperanto, que se editó en los años 30, se le dedica un capítulo de cuatro páginas (dentro de la rúbrica dedicada a España, pero separada de ésta), es decir, más que a muchos países como Bulgaria o Suiza. Y digo compleja porque, inmediatamente a continuación, en el texto se incluye una nota de otro redactor para corregir algunas de las consideraciones del primero.

La explicación sobre la longitud del artículo es sencilla: el movimiento esperantista catalán ha sido históricamente no sólo amplio, sino muy dinámico, muy centrado en el activismo social. Ya en 1909 organizó uno de los primeros congresos internacionales de esperanto, en Barcelona. Mérito suyo es la creación de los llamados Juegos Florales de Esperanto, a imitación de los que se desarrollaban en catalán, unos de los primeros certámenes literarios es aquella lengua. La "Antología Catalana", libro que recogía traducciones al esperanto de textos en catalán de todos los tiempos, fue un ejemplo para numerosas literaturas nacionales, que editarían posteriormente obras similares.

Por otra parte, la complejidad se deriva de la gran pluralidad de los grupos esperantistas existentes en el territorio catalán. Por un lado, una gran corriente nacionalista (o nacional, como ellos prefieren denominarse), que ha pretendido relacionarse con las organizaciones esperantistas internacionales de forma autónoma, y que en las primeras décadas del siglo XX dio figuras tan destacadas como Delfí Dalmau o Frederic Pujulà i Vallès. Por otro lado, diferentes activistas que no tuvieron problemas en colaborar con el movimiento esperantista español, y que incluso en determinados momentos lo lideraron. Finalmente, un tercer grupo centrado en movimiento obrero, que durante los años 30 estuvo muy influido por corrientes libertarias, y que organizó su socialización de forma autónoma a los influjos antes citados. Ello no quiere decir que la separación entre estas tres corrientes fuera nítida, y de hecho se dieron episodios de colaboración entre ellas, pero también hubo enfrentamientos importantes, que incluso dieron lugar en determinado momento a la prohibición de la Federación Catalana de Esperanto durante la dictadura de Primo de Rivera.

Incluso en la actualidad puede distinguirse entre las actividades, por una parte, de la Asociación Catalana de Esperanto y, por otra, de grupos como la Kultura Asocio Esperantista (KAE) y el Barcelona Esperanto-Centro, asociados a la Federación Española de Esperanto.

Como se puede deducir de lo indicado, la historia del esperanto en Cataluña es lo suficientemente interesante como para merecer un libro sólo para ella. Que no existiera hasta ahora tal historia general es un buen ejemplo de la desmemoria que nos plaga.

Bueno, ya se ha rellenado este hueco, aunque sea sólo en esperanto. El año pasado se editó el libro "Esperanto en Katalunio (1887–1987)", que cubre el periodo de los primeros cien años de la lengua. El autor fue Antonio Marco Botella, autor anteriormente del texto de referencia del movimiento esperantista español, así como de otros movimientos locales o regionales (Aragón, Valencia, etc). También es autor de un libro magnífico, las "Lirikaj perloj de Al-Andalus", una colección de poesías del periodo árabe en la Península Ibérica, traducidas al esperanto, junto con explicaciones del contexto en que se elaboraron, que tiene poco que envidiar a los textos existentes sobre el particular en otros idiomas.

Si hago mención ahora a este libro es porque acaba de publicarse en la red la reseña que sobre el libro escribí para la revista rusa La Ondo de Esperanto. Aquí la tienes.

Como decía, tanto el libro como la reseña están en esperanto. Si has caído por este texto sin saber nada de este idioma, pero te interesa el tema, hay dos libros que te puedo recomendar sobre algunos aspectos de la historia del esperanto en catalán. Los dos, además, de historiadores profesionales, muy bien hechos aunque sólo parciales. Uno es "Els inicis del moviment esperantista a Catalunya – La komenca esperanto-movado en Katalunio", de Francesc Poblet i Feijoo, bilingüe y editado por la Associació Catalana d'Esperanto en O Limaco Edizions, y que cubre sólo los primeros años tras la llegada del esperanto a Cataluña. El otro trata sobre un ámbito geográfico más limitado: "El moviment esperantista a Mallorca" de Xavier Margais (Edicions Documenta Balear, Palma, 2002), pero es un texto de referencia verdaderamente imponente, excepcional, con mucha información sobre la historia del esperanto hasta la guerra civil, no sólo en Mallorca, sino en Cataluña y en toda España.

Que no existan libros similares en castellano es... bueno, dejémoslo simplemente en lamentable.

Más sobre historia del esperanto

7.8.06

 

Dopobarba, o la manera de no ser purista

Justo a la vuelta de un viaje a Italia (entre otras razones, para el Congreso Mundial de Esperantistas), acabo de enterarme de que pizza es una palabra inglesa. Lo dice The New York Times:

So English is taking over the globe. So what.

When its president proposed last month to ban English words like "helicopter," "chat" and "pizza," Iran became the latest country to try to fight the spread of English as a de facto global language.

(El resto del artículo, como se puede suponer por el título, es la habitual justificación de los avances del inglés como lengua internacional, lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta que viene de un medio que se beneficia de ello, junto con una descripción de esa tontería llamada Globish. Lo normal, una serpiente de verano más).

El pretexto es la noticia conocida hace unos días, según la cual el gobierno iraní ha prohibido el uso de palabras occidentales como pizza o chat. Ver ejemplo en El País: Los ayatolás prohíben decir pizza. También voy a citar en alemán, ya que antes lo he hecho en inglés:

Weil die westliche Sprache schädlichen Einfluss auf den Iran haben soll, ordnet Präsident Ahmadinedschad den Verzicht auf Fremdwörter an: Von nun müssen Schulen und Medien die Begriffe auf persisch umschreiben.

No conozco más detalles, y espero que pronto nos dé más detalle un buen bloguero de origen iraní: Beĉjo.

Pero ello me da la oportunidad de dar mi opinión sobre el asunto siempre interesante del purismo lingüístico. En general, sobre este tema me identifico con el título de un artículo de la asociación holandesa De Fabel van de illegaal: Mejor una lengua justa que una lengua pura (en neerlandés, esperanto e inglés).

A veces, sin embargo, creo que el purismo está justificado.

En primer lugar, no puedo soportar el lenguaje de los ejecutivos (quería decir, los managers). Cuando por razones profesionales asisto a una reunión en que se emplea esa jerga llena de anglicismos (a menudo incluso erróneos, o empleados en una forma que ni siquiera lo hacen los anglohablantes), empiezo a sospechar que esa persona desea ocultar su ignorancia o desea imponerse mediante el continente y no mediante el contenido, por falta de fondo real. Es decir, se trata de una perversión de la función comunicativa del habla, que en este caso tiende a aislar en vez de a unir. Dicho de forma breve: cuando leo o escucho las palabras "cash-flow" o "hedge fund" en un texto en castellano, empiezo a sospechar que me quieren timar.

El otro caso es principalmente estética y didáctica: me resisto al empleo de palabras que no se adaptan bien a la ortografía o a la gramática castellana. Creo que la regularidad del idioma español (muy superior a la de otras lenguas europeas) es un valor que deberíamos intentar mantener. Ya a nadie, al menos en España, le resulta raro leer yogur o chófer, aunque en el caso de hardware, software o whisky me temo que la batalla está casi perdida. Lo mismo pasa con la regularidad de los plurales y las derivaciones, y por eso me resisto todavía a emplear en castellano la palabra blog (en esperanto, en cambio, blogo ya está bien enraizado), y aún llamo a esto bitácora (ya veremos en que queda finalmente esta propuesta).

Por esta razón, he tenido durante mucho tiempo una pelea con la forma de llamar de forma clara y concisa a la loción para después del afeitado. Dado que se trata de algo tan cotidiano, es adecuado disponer de una sola palabra que la designe, y no es de extrañar que tanta gente utilice el término "aftershave", realmente monstruosa, pero que ya se ha colado en algunos diccionarios. Pero acabo de encontrar la solución en el país de las pizzas: al ir a comprar una de estas lociones, me encontré que la vendedora ignoraba la palabra aftershave, y que empleaba la magnífica dopobarba. ¡La solución! No es necesario ser purista, y sin embargo, he aquí una palabra bella, adaptable y perfectamente regular. A partir de ahora, ya se sabe, ¡un frasco de dopobarba!.