28.10.07

 

Otro idioma es posible

Voy a recomendar un libro sobre el problema lingüístico, que, por una vez, no está en esperanto y pueden leer todos los ibéricos e iberoamericanos.

Es raro encontrar un buen texto que aborde este complejo asunto, y que sin caer en simplificaciones nos alerte sobre la necesidad de pensar de otra forma las soluciones que se están ofreciendo para favorecer la comunicación sin barreras, a la vez que se respetan los derechos de los hablantes. Y aún más difícil es encontrarlo en español. Parece que a los castellanoparlantes este asunto les parece trivial, seguramente porque se sienten en el bando vencedor, aunque objetivamente no lo estén.

Quizás por eso este libro tampoco está en castellano. Creo, sin embargo, que es del todo accesible, incluso desde el punto de vista del idioma, y por eso lo voy a recomendar: está en gallego, y se titula “Outro idioma é posible”. Su autor es la escritora Teresa Moure, lo ha editado Galaxia, y recibió en el 2004 el Premio Ramón Piñeiro de Ensayo.

Portada de Outro idioma é posibleEl libro me parece uno de los mejores tratamientos sobre los aspectos relacionados con la dominación lingüística que se pueden encontrar hoy en España. Supongo que influye la propia visión de una hablante de una lengua minoritaria, ya que, como decía, en castellano apenas se encuentra algo similar. Pero a la vez es un texto muy matizado, que no cae en las simplificaciones que suelen acompañar a los textos más militantemente nacionalistas, que parecen añorar o mitificar los tiempos de aislamiento entre naciones.

Entre las alternativas que la autora plantea se encuentra, lógicamente, el esperanto. La visión de la autora es, creo, positiva sin ser militante, lo cual es de agradecer si se tiene en cuenta que Teresa no es una esperantista. Sin embargo, tiene la amplitud de miras como para analizar objetivamente esa solución, y valorar sus posibilidades. Constata su carácter neutral, valora su desarrollo, critica el prejuicio sobre su artificialidad que aún mantienen algunos lingüistas aficionados (constato con agrado que este argumento está cada vez más deacreditado entre los que de verdad saben sobre lenguas). De hecho, creo que al final quedan claras las ventajas de una lengua planificada cuando se trata de corregir los problemas de dominación cultural. Como se dice en la portada del libro a modo de resumen:

O incremento das comunicacions a distancia e a universalizacion do coñecemento reclaman que se superen as barreiras e se favorezcan os intercambios culturais. A proposta dunha lingua artificial é a única posición ética posible: favorece o compromiso coa lingua propia de cada comunidade e o respecto a todas as culturas do mundo.

Por otra parte, como decía, no se trata de un texto militantemente esperantista. Aunque el idioma se trata adecuadamente, se incluyen diversos comentarios sobre el movimiento esperantista, en los que se deja traducir una visión, que es casi tradicional, como si éste fuera algo así como una secta con un componente semi-religioso. Es una visión que parece generalizada, y que pudiera estar en parte justificada por la actitud de algunos esperantistas, sobre todo de la primera época. Sin embargo, como decía en un texto anterior de este blog, creo sinceramente que esto está superado en la mayor parte de los hablantes actuales. A mí me gusta enfatizar que los esperantistas actuales son muy plurales. Es verdad que sigue habiendo comportamientos semisectarios, pero creo que eso ocurre en cualquier movimiento organizado, y que en el caso del esperanto ahora esta visión es sobre todo un estereotipo.

Incluso se puede comentar, como anécdota, que en el libro se menciona la existencia de un disco, que tuvo cierto éxito hace unos años, llamado precisamente “Esperanto”, lleno de textos sobre la fraternidad universal y cosas así. Sin embargo, curiosamente no fue una iniciativa de esperantistas, sino un lanzamiento comercial de una compañía que intentó aprovechar esa imagen estereotipada a la que hacía referencia. La verdad es que la música en esperanto está más representada por los grupos de rock actuales que cantan en ese idioma.

Pero, aparte de este matiz, el idioma en sí está bien tratado. Y, sobre todo, el núcleo básico del libro está bien definido, bien abordado y las soluciones argumentadas de forma clara y objetiva. En suma, se trata de un modelo de ensayo, que merece el premio que obtuvo y muchos más.

Por cierto, la mejor forma de ilustrar la importancia del tema abordado es mediante un ejemplo personal que hace referencia a la disponibilidad del propio libro. Me había enterado de su existencia hace ya un par de años, cuando le dieron el premio. Y, sin embargo, no pude conseguirlo hasta este verano, en un viaje a Galicia. Ni una librería de las que visité en Madrid lo tenía. Si en Madrid es tan difícil conseguir libros en gallego, ¿no ilustra esto mejor que nada el problema de la hegemonía cultural?

Sólo queda una esperanza: esperemos que pronto lo traduzcan al castellano. Pero, mientras tanto, animo a leerlo en gallego. No es tan difícil. Hasta Rajoy podría hacerlo.


21.10.07

 

Ipernity también en esperanto

Se han lanzado recientemente las versiones multilingües de Ipernity, una web social que está tomando fuerza, especialmente en Europa. Justamente este carácter europeo, y, casi como consecuencia, su mayor respeto por la diversidad de lenguas, es lo que distingue a Ipernity de las que, como Myspace, Facebook o Flickr, vienen de los Estados Unidos.

Acaba de salir una versión en castellano, pero quizás lo más interesante, que no han dejado de reflejar diversas webs especializadas y blogs (por ejemplo, dosbit.com, softhoy.com o pcportal.info), es que también es totalmente accesible en esperanto.

Se ha creado ya una amplia comunidad de esperantistas, que probablemente haya superado en poco tiempo a las que se habían formado en las redes que antes he mencionado. Yo mismo ya tengo mi página, con algunas fotos nuevas y, de paso, algunas otras históricas.

Un buen sitio para encontrarse (virtualmente, eso sí) con algunos amigos.


7.10.07

 

Una lengua normal

La revista "Beletra Almanako" (Almanaque literario), a la que hacía referencia una de las últimas entradas de esta bitácora, incluye un ensayo que me han premiado en los últimos concursos literarios de la Asociación Universal de Esperanto. Se titula "La lengua normal" ("La normala lingvo") y puede leerse ahora también en la red, en la revista en red "Libera Folio".

No es cuestión ahora de traducir el texto, pero sí quería aprovechar la circunstancia para refutar o matizar algunas concepciones equivocadas que sobre el esperanto y los esperantistas se tienen entre el público que no los conoce, o que sólo tiene referencias superficiales sobre ambos. Tanto la lengua como el movimiento que la promueve son bastante normales. Podría parecer ésta una afirmación trivial, pero quiero explicarme.

En primer lugar, el esperanto es ya una lengua como cualquier otra, sobre todo en cuanto a sus características lingüísticas, si no en las motivaciones de los que la hablamos. Quien recibe por primera vez la información de que se trata de un idioma artificial, se imagina una especie de código, en la que pueden desarrollarse como mucho conversaciones primitivas o básicas. Hay una idea de las lenguas como algo natural, puro y arraigado en lo más profundo de nuestras memorias, que causa el que muchas personas no conciben que es muy normal ser bilingüe, y que incluso se puede sustituir la lengua materna por otra distinta como instrumento básico de relación.

Por otra parte, tampoco se suele ser consciente de que todas las lenguas son artificiales. Quiero decir que hay una diferencia entre el habla que aprendimos en nuestro entorno familiar y social, y la lengua literaria que se enseña en las escuelas, que es siempre una convención, que está mucho más planificada de lo que asumimos normalmente, y que debe ser absorbida en procesos parecidos al aprendizaje de otro idioma. Esta circunstancia se nos nota menos a los castellanos, cuya lengua está muy normalizada desde hace siglos, y cuya habla popular es muy cercana al estándar, pero es común a la gran mayoría de lenguas y dialectos.

El esperanto es sólo un paso más allá. Obviamente fue planificada en un comienzo, e incluso tiene fecha de nacimiento, pero la actitud del hablante normal frente a sus reglas no es muy diferente al de un vasco frente al batúa, el de un chino frente al putonghua (mandarín) o el de un alemán frente a las elecciones que para definir el lenguaje oficial se hicieron en el siglo XIX.

El esperanto es normal también en cuanto a su evolución. La decisión sobre neologismos se efectúa de forma muy parecida a la que ocurre en español, por consenso entre los hablantes. En ocasiones coexisten varias formas hasta que una se consolida. Es más, no existe la duplicidad de formas entre español de España y español hispanoamericano que se observa en ocasiones, y que tantos problemas da en la wikipedia en castellano. Es tan normal, que a pesar de que existe una Academia de Esperanto, ¡los hablantes le hacemos el mismo caso, si no menos, que los castellanoparlantes a la Real Academia Española!

También en esperanto existen las mismas discusiones sobre algunos aspectos lingüísticos que en otros idiomas. En este caso hay que reconocer que a veces las discusiones en esperanto tienden a desarrollarse de forma algo especial, ya que al no tratarse de una lengua natal, hay esperantistas, sobre todo novatos, que la juzgan como más fácilmente reformable, y proponen modificaciones que no harían en su propia lengua. La tesis que defiendo en mi ensayo es justamente que los hablantes deberían emplear los mismos criterios (sea a favor, sea en contra) que en el respectivo idioma nativo. Por ejemplo, sobre el tratamiento igualatorio de los géneros, es decir, el lenguaje no sexista (ya que también en esperanto hay cierta asimetría en el tratamiento de los géneros), ya escribí en su momento un texto, en el que abogo por una evolución gradual y la desaparición de los casos más flagrantes; es decir, lo mismo que defiendo en español.

Como decía, el esperanto es una lengua muy normal, en el que es posible expresar desde los pensamientos más sublimes a los más triviales, con la que se pueden contar chistes, ligar, pelearse, decir misa, hablar de política, hacer rock y lo que a cada hablante se le ocurra.

Por otra parte, también los hablantes de esperanto, organizados o no, es decir, lo que se ha venido a llamar el movimiento esperantista, forman un colectivo muy normal. Digo esto porque hay por ahí una cierta imagen estereotipada de los esperantistas como personas extravagantes y del movimiento como una especie de secta. Lo primero se puede deber precisamente a que si uno ve raro hablar una lengua construida, es claro que los hablantes deben ser algo especiales. Como acabo de indicar, el esperanto no es algo tan especial, y por tanto esta razón no tiene mucho sentido.

Pero la imagen también puede deberse a algunos comportamientos exaltados de ciertos esperantistas, sobre todo en el tratamiento del esperanto como una especia de panacea que va a solucionar todos los males del mundo gracias al milagro de la comunicación entre los humanos. No voy a negar que este tipo de esperantistas existe, y ha dado mala fama al colectivo. Pero se trata de una actitud que, aunque no tan rara en el pasado (véase el conocido caso de Julio Mangada), prácticamente ha desaparecido en la corriente mayoritaria del movimiento esperantista actual. Es más, yo sostengo en mi ensayo que casi se ha llegado a una actitud contraria: muchos apólogos del esperanto temen incluir consideraciones ideológicas en su información sobre el idioma, a pesar de que es evidente que lo que atrae a la mayoría de las personas que se acercan al mismo es justamente la fuerza de la idea que representa (incluso si ésta es difícil de precisar con exactitud).

Por lo demás, la presencia de eventuales extremistas no debe llevar a conclusiones erróneas. El movimiento esperantista es muy plural y muy normal.