29.8.05
El pluralismo del esperanto
Cuando se habla con personas que han oído hablar del esperanto, pero no tienen muy clara su situación actual y las características de los esperantistas (es decir, las personas que hablan el idioma o se identifican con la idea básica que lo inspira), es muy habitual escuchar suposiciones sobre las ideas políticas o las características personales de éstos. Normalmente se piensa en hombres idealistas, quizás quijotescos, dados a intentar cambiar el mundo mediante una solución casi mágica.
Incluso es habitual que algunas personas aprendan el idioma porque suponen que todos los esperantistas comparten sus ideas sobre la situación social del mundo y las relaciones entre los pueblos.
La verdad es que el movimiento esperantista es extremadamente plural, y que las generalizaciones sobre los esperantistas son en su mayoría erróneas.
Quien se acerque al esperanto por impulsos universalistas, se va a encontrar también con nacionalistas que emplean el esperanto para no tener que utilizar otro idioma más fuerte que consideran que oprime al suyo. Quien considere que el esperanto puede ayudar a salvar las lenguas minoritarias, descubrirá que algunos esperantistas no se espantan al considerar deseable un mundo monolingüe. Quien crea que los esperantistas son idealistas con grandes proyectos sociales, se dará cuenta de que muchos de ellos se toman el esperanto como un hobby o como una forma de establecer contactos sociales, o incluso como forma de viajar a bajo coste. Quien sea un apasionado de los idiomas verá que muchos consideran el esperanto como un instrumento social, y no les interesan para nada las cuestiones filológicas. Quien espere encontrar progresistas se encontrará con muchos conservadores, quien busque liberales encontrará también anarquistas. Quien espere conocer personas con interés por la comunicación y las relaciones humanas, descubrirá que también hay bordes y quejicosos.
En fin, que es difícil dar con un perfil único de esperantistas. No en vano, la declaración aprobada ya en el primer congreso mundial de esperanto, del que se acaba de conmemorar el centenario, dio una definición de esperantista como aquella persona que habla esperanto, independientemente de las razones y los objetivos por los que lo hace.
Es habitual encontrarse con esperantistas activos que al cabo de un cierto tiempo de aprender y practicar la lengua, y de participar en la vida organizada alrededor de ésta, se desilusionan porque no encuentran que el movimiento posee el perfil que ellos se esperaban. Algunos incluso terminan abandonando el movimiento. Existe incluso en esperanto un verbo que describe el hecho de abandonar la lengua, y que incluso posee un cierto matiz de prestigio, ya que está derivado del nombre de uno de los más apreciados estilistas de la lengua, que dejó de participar en sus actividades después de algunos años.
Por esta razón, me he permitido hacer esta advertencia: si estas interesado en el esperanto, no te hagas ilusiones, no todo el mundo lo aprende por las mismas razones que a ti te han resultado atractivas.
Pero míralo por el lado positivo: cualquiera que sea la razón por la que a ti te interesa, seguro que te encontrarás con otras personas que han tenido el mismo interés que tú, así que no te faltarán compañeros para emprender la misma aventura.
Incluso es habitual que algunas personas aprendan el idioma porque suponen que todos los esperantistas comparten sus ideas sobre la situación social del mundo y las relaciones entre los pueblos.
La verdad es que el movimiento esperantista es extremadamente plural, y que las generalizaciones sobre los esperantistas son en su mayoría erróneas.
Quien se acerque al esperanto por impulsos universalistas, se va a encontrar también con nacionalistas que emplean el esperanto para no tener que utilizar otro idioma más fuerte que consideran que oprime al suyo. Quien considere que el esperanto puede ayudar a salvar las lenguas minoritarias, descubrirá que algunos esperantistas no se espantan al considerar deseable un mundo monolingüe. Quien crea que los esperantistas son idealistas con grandes proyectos sociales, se dará cuenta de que muchos de ellos se toman el esperanto como un hobby o como una forma de establecer contactos sociales, o incluso como forma de viajar a bajo coste. Quien sea un apasionado de los idiomas verá que muchos consideran el esperanto como un instrumento social, y no les interesan para nada las cuestiones filológicas. Quien espere encontrar progresistas se encontrará con muchos conservadores, quien busque liberales encontrará también anarquistas. Quien espere conocer personas con interés por la comunicación y las relaciones humanas, descubrirá que también hay bordes y quejicosos.
En fin, que es difícil dar con un perfil único de esperantistas. No en vano, la declaración aprobada ya en el primer congreso mundial de esperanto, del que se acaba de conmemorar el centenario, dio una definición de esperantista como aquella persona que habla esperanto, independientemente de las razones y los objetivos por los que lo hace.
Es habitual encontrarse con esperantistas activos que al cabo de un cierto tiempo de aprender y practicar la lengua, y de participar en la vida organizada alrededor de ésta, se desilusionan porque no encuentran que el movimiento posee el perfil que ellos se esperaban. Algunos incluso terminan abandonando el movimiento. Existe incluso en esperanto un verbo que describe el hecho de abandonar la lengua, y que incluso posee un cierto matiz de prestigio, ya que está derivado del nombre de uno de los más apreciados estilistas de la lengua, que dejó de participar en sus actividades después de algunos años.
Por esta razón, me he permitido hacer esta advertencia: si estas interesado en el esperanto, no te hagas ilusiones, no todo el mundo lo aprende por las mismas razones que a ti te han resultado atractivas.
Pero míralo por el lado positivo: cualquiera que sea la razón por la que a ti te interesa, seguro que te encontrarás con otras personas que han tenido el mismo interés que tú, así que no te faltarán compañeros para emprender la misma aventura.