23.1.06

 

Ni naciones ni naciones de naciones

Cuando uno creía que la discusión sobre qué y quién es una nación parecía que había pasado a la historia, y que ahora el problema eran los debates sobre las culturas y las civilizaciones, volvemos a las andadas.

¿Es Cataluña una nación? ¿Lo es España? ¿O mejor lo son las dos y entonces podemos hablar de una nación de naciones? Tanto uno como otro tipo de nacionalistas han enconado tanto el debate, que parece que no hay espacio para lo que voy a argumentar que es en realidad es la alternativa real: ninguna de ellas es una nación. No existen naciones, ni las unas, ni las otras, ni siquiera naciones de naciones.

Empecemos por dónde debería comenzar una discusión seria, como se hace en ciencia, en matemáticas y en cualquier área intelectual que aspire a un poco de rigor: definiendo el concepto. Que ello no es tan fácil como parece, y que el uso impropio vicia el debate lo demuestra que una obra histórica como la del historiador Eric Hobsbawm, “Naciones y nacionalismo desde 1780” comienza mostrando las principales definiciones existentes y la evolución de las diferentes acepciones, cuya primera cita es un estudio sobre la evolución del concepto en el propio diccionario de la Real Academia de la lengua española.

Si nos vamos precisamente a la definición actual de la Real Academia observaremos que apenas nos vale para argumentar, pero que sí nos da una pista de por qué existe la confusión. Según este diccionario:

nación (del latín natĭo, -ōnis).
1. Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno.
2. Territorio de ese país.
3. Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.
Las definiciones 1 y 2 muestran el concepto de lo que podríamos denominar versión francesa de la nación: es el Estado el que crea la nación. La formulación más clara es la que se atribuye al primer presidente de Polonia, el mariscal Piłsudski, “es el estado el que hace la nación, y no la nación el estado”. Y la más influyente, la que desarrolló Ernest Renan en su “Qu'est-ce qu'une nation?”, y su teoría del plebiscito permanente. Ahí encajaría, sin duda, el concepto de que España sea una nación.

La definición 3 es obviamente diferente, y hace referencia a la que podemos llamar versión alemana del concepto, la que se apoya principalmente en la lengua. La insistencia en la lengua debe mucho al filósofo alemán Herder, y ha sustituido casi enteramente a la raza, que en su momento tuvo tanta importancia, hasta el punto que el concepto de etnia ha sido reorientado para insistir en los aspectos culturales y lingüísticos. Tras su apogeo en la época del Romanticismo, ahora sirve de apoyo a los movimientos etnicistas. Con este enfoque, se podría concluir que Cataluña es una nación, aunque cabe alguna duda sobre la propia definición de Cataluña de acuerdo con estos criterios.

Combinando ambas definiciones, ya no parece del todo ilógica la expresión nación de naciones si se entiende como nación1-2 de naciones3.

Ahora bien, si vamos más allá en las definiciones del RAE, se puede ver la poca consistencia de los dos puntos de vista. En cuanto uno quiere profundizar, precisando qué se entiende por país en la primera acepción o por idioma en la tercera, se encuentra:
País: Nación, región, provincia o territorio
Idioma: Lengua de un pueblo o nación, o común a varios.

En el primer caso tenemos un típico caso de definición circular que apela al conocimiento (o el prejuicio) previo, y que no nos sirve para discernir qué territorio es una nación. En el segundo, cuando se quiere ver qué modalidad lingüística justifica la definición de nación, ya que tan importante parece este criterio, se comprueba que también es la nación define el idioma, cuando antes ocurría lo inverso. De nuevo la incoherencia.

Para aclararme, he echado mano de la definición contenida en el diccionario de esperanto que sirve como referencia, el Plena Vortaro, que define la nación como “forma organizada de un pueblo, consistente en la totalidad de las personas que viven en un territorio definido y que están unidos por una comunidad de lengua, costumbres, tradiciones, intereses económicos y gobierno”.

Bueno, parece una definición más concreta. He hecho el ejercicio de aplicármelo a mí mismo, para ver cuál es mi nación. Y me he encontrado que comparto:

En suma, no existe un colectivo cerrado de personas con los que comparta todos estos elementos, y seguramente ningún colectivo con los que comparta de forma unívoca ninguno de ellos por separado.

Así que he llegado a la conclusión de que no tengo una nación. Y también, a poco que lo pienso, de que muy pocas personas, quizás los habitantes de una isla pequeña, o los miembros de una tribu perdida, puedan decir lo mismo.

La nación, me temo, es una cuestión de voluntad. Forman una nación los que quieren formar una nación. Y quieren formar una nación los que creen que forman una nación. Es imposible deshacer ese círculo (nunca mejor dicho) vicioso.

Así que voy a proponer una alternativa diferente: las naciones no existen. Sólo existe la voluntad de algunas personas a dominar un territorio.

Parece que ya no está de moda reivindicar de nuevo el cosmopolitismo, pero el de verdad, no el que sirve como coartada para justificar los nacionalismos vergonzantes. O, para decir mejor y evitar confusiones, el anacionalismo. El que defendió Eugenio Lanti y tantos otros para los que la ruptura de las fronteras era más importante que el debate sobre dónde ponerlas.

En esperanto


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Comentarios:
¡Completamente de acuerdo!. Conceptos como "Nación", "Pais" y otros equivalentes (y fundamentalmente el de "Patria" son estructuras artificiales y artificiosas basadas en imágenes mentales, e imposibles de definir de forma objetiva.
Su origen hay que buscarlo en la propia evolución del ser humano como grupo social. Algo profundamente inserto en nuestra naturaleza tiende a definirnos como miembros de un "grupo". Pero la estructura racional que el hombre ha seguido, basada en la razón y la cultura, entra en contradicción con dicho sentimiento, puesto que es, lógicamente, universalista: el razonamiento, el conocimiento, la comunicación abarcan a todos los seres humanos, el instinto primitivo nos conduce al clan, en el cruce de ambas tendencias surgen conceptos cada vez más ambiguos e inobjetivables cuanto más amplios son, desde la pertenecia a un equipo deportivo, hasta las nacionalidades.
¿Es una nación Cataluña porque hablan catalán? ¿es otra distinta Valencia, o es la misma? ¿cómo es posible que no puedan ponerse ni siquiera de acuerdo en si hablan dos idiomas distintos o dos variables dialectales del mismo idioma? ¿son catalanes o españoles los habitantes de los pueblos de Aragón que hablan catalán? ¿o es que son de la nación aragonesa, y no se han dado cuenta? ¿son catalanes o franceses los habitantes de la zona suroeste de Francia, o los corsos que hablan catalán? ¿Eran de la nación vasca los vascos antes de un pensador fascistoide-racista como Sabino Arana le diese por recopilar sus ideologías y las de un grupito de amigos?. Un análisis histórico demuestra que son conceptos subjetivos e irreales.
Para que hablar de las naciones africanas, trazadas con un tiralineas por políticos europeos, o de esos miniconceptos, como Andorra, San Marino, Mónaco... o de esas construcciones artificiales, como Bélgica, colage de grupos unificados políticamente para crear una frontera entre dos imperios, y, ¿alguien se acuerda de la nación Yugoslava?
El concepto de nación es la versión edulcorada y suave, pero igual de irreal, ridículo y peligroso del concepto de "Patria". Es otra remora del instinto animal, prerracional, del ser humano, al igual que la religión. Y sólo conduce a situaciones tan absurdas como la que representa tener a un grupo de terroristas poniendo bombas a gente que "pasaba por ahí". Es la mierda que nos enseñaban de jovencitos: "la unidad de destino en lo universal..."
La mejor definición que yo he visto nunca de ambos conceptos: "Al estado se le llama Patria cuando se quiere cometer un asesinato".
 
Si ahora vienen con tanques franceses, conquistan Madrid, prohiben el castellano e instauran el francés, vienen colonos franceses a instalarse en Madrid, pasan 200 y 300 años con un control militar absoluto, con un desdén hacia la cultura autóctona. Luego en un contexto internacional más evolucionado, permiten la democracia y el uso oficial de la lengua española, aún tocada por el trato vejatorio. En seguida el nacionalismo es la corriente política más votada y el independentismo democrático crece. Pero los franceses prohíben a los madrileños que se escindan e incluso que se sientan nación, porque "todos somos ciudadanos del mundo". Pero, claro, esos mismos franceses, si vinieran ciudadanos ingleses a sus tierras y por las armas les obligaran a ser lo que no son, ah! Entonces sí que existiría su nación, ¿verdad?

Pues vosotros sois igual, no veis la paja en el ojo ajeno, no dejáis ser en democracia a los pueblos que habéis maltratado y "intelectuales" vuestros como Torrente hablan aún de "derecho de conquista" (en Salamanca a mediados de los 90, por ejemplo). ¿Qué ocurre aquí? ¿Que somos nacionalistas cuando nos conviene? Sí, evidentmente... Habéis abierto una caja de Pandora que en España estuvo cerrada demasiado tiempo: la de la libertad. Y ahora que sería tiempo de ver los errores propios, ni siquiera véis que somos iguales siendo diferentes. Por cierto todos somos "ciudadanos del mundo", pero solo los provincianos ven igual una cultura que otra, solo los que ven las cosas por primera vez en su vida, sin conocimiento profundo de los "otros", solo de sí mismo. ¿Serías chino si te obligaran a serlo? Es que, claro, si somos ciudadanos del mundo, deberíamos adaptarnos a lo que venga, ¿no? Incluso si nos invaden por la fuerza. Con este texto solo quiero hacerte reflexionar, nada más.
 
No estoy deacuerdo contigo. Yo me considero esperantista, y también internacionalista. Una nación es un pueblo que tiene una cultura y lengua propias. Si no hubiera internacionalismo y defendieramos todas las culturas y lenguas de los estados que las destruyen, muchas culturas y lenguas desaparecerian. A mi me encanta conocer culturas y lenguas, es una riqueza de nuestro planeta, pero si no las protegemos de los estados poderosos que normalmente tienen una cultura y lengua dominante moririan. Como esperantista considero el internacionalismo uno de los principales puntos, proteger y querer todas las culturas y lenguas del mundo.
 
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