22.12.06
Otros martirios
En la conferencia sobre el empleo del esperanto durante la guerra civil española, con la que tuve la ocasión de participar en el Congreso sobre la Guerra Civil Española, dediqué parte del tiempo a las consecuencias que tuvo sobre el movimiento esperantista español la victoria de las tropas de Franco, y sobre las persecuciones que sufrieron diversos activistas, por su participación en otros movimientos no muy apreciados por los vencedores. Cité dos casos especialmente crueles que sólo recientemente han salido a la luz. El primero es el de Cayetano Redondo Aceña, que fue alcalde de Madrid durante la guerra, y del que pronto contaré más. El segundo es el de Sidonio Pintado, que fue durante un tiempo presidente de la entonces llamada Asociación Española de Esperanto. Ambos fueron fusilados al finalizar la guerra.
El caso de Sidonio Pintado lo he tratado en el último número del “Boletín” de la Federación Española de Esperanto, que acaba de llegar a los buzones de los asociados. El texto se puede leer en una página aparte, en esperanto.
Quiero hacer aquí un breve resumen en castellano, porque su caso, además de ser emocionante en sí mismo, es muy representativo de las circunstancias que han conducido en los últimos tiempos al movimiento de recuperación de la memoria histórica.
En primer lugar, hay que hablar sobre el propio protagonista. Sidonio Pintado nació en 1886 en Villanubla (Valladolid) y fue sobre todo maestro. Ejerció como tal en diversos pueblos y finalmente en Madrid, y estuvo ligado a diversos movimientos de regeneración de la enseñanza y de renovación pedagógica. Intervino en el desarrollo de colonias escolares y en la educación de ciegos y sordos. Colaboró también en la vida social y política del país, ocupando cargos administrativos en órganos siempre relacionados con la educación. Esta ligazón evidentemente le hizo sospechoso ante un régimen que tomó especial inquina con los maestros, a los que convirtió en verdaderos mártires. Podríamos hablar de los otros mártires: aunque la Iglesia católica no lo hará nunca, quizás ganaría más credibilidad para santificar o beatificar a curas asesinados si antes reconoce que también ella colaboró en el martirio de otro colectivo, y asume su responsabilidad; se lo haría más fácil a todos para cerrar las heridas.
En este sentido, Sidonio Pintado fue claramente un mártir prototípico, ya que tras un juicio sumarísimo, y basándose sólo en actitudes antes que en delitos, fue condenado a muerte y fusilado en Tarragona en mayo de 1939. Su tumba no ha sido encontrada.
Se puede leer un reportaje detallado, magnífico, sobre toda esta trayectoria en la Revista Cambrils, en catalán, traducido al castellano en la página del Foro por la Memoria.
Su relación con el esperanto fue muy profunda. Ya desde joven fue miembro de la Asociación Mundial de Esperanto. Escribió numerosos artículos sobre el idioma, tanto de propaganda como de descripción de actividades relacionadas con él. También tuvo contactos profesionales a través del esperanto, entre otros con el destacado pedagogo Pierre Bovet, y ello le permitió informarse de iniciativas pedagógicas en otros países, que luego plasmó en artículos en periódicos y revistas. En 1925 fue uno de los fundadores de la Asociación Española de Esperanto. En 1935 fue elegido su presidente, en sustitución del conocido coronel Julio Mangada, aunque cesó en el cargo a los pocos meses, antes del comienzo de la guerra civil. En la figura de al lado se puede ver esta relación, por la presencia en ella de la insignia del esperanto (la estrella verde de cinco puntas) en su chaqueta y de una bandera al fondo; pincha en ella para ver los detalles.
Su figura había caído en el olvido, como la de tantos otros represaliados, e incluso en el movimiento esperantista no se tenía ninguna noticia sobre sus actividades y su suerte con posterioridad al estallido de la guerra.
La recuperación de su personalidad ha llegado en unas circunstancias que, como decía, son muy representativas del actual impulso por conocer el pasado. Una nieta suya, Natalia, comenzó a interesarse por la trayectoria del abuelo, y descubrió la importancia que había tenido su figura, y las trágicas e injustas circunstancias de su muerte. Era un asunto del que no se hablaba demasiado en casa, a pesar del perfil comprometido del hijo de Sidonio, Pablo Pintado, un reconocido arquitecto, autor entre otros del Palacio de Congresos de la avenida Castellana de Madrid (en el que por cierto se celebró un Congreso Mundial de Esperanto en 1968, sin que probablemente ninguno de los asistentes conociera la relación). Las heridas eran demasiado profundas, y sólo la insistencia de la tercera generación ha permitido remover los obstáculos que velaban esta tragedia.
En ese sentido, bien sea el actual esfuerzo de recuperación de la memoria histórica. Sólo con la verdad podremos reconciliarnos con nuestro pasado. Sobre todo con el más doloroso.