22.2.07
Jubileo en el 2009
Tenía ganas de dedicar uno de estos textos a la figura de Lázaro Zamenhof, ya se sabe, el fundador/inventor/iniciador del esperanto. No sólo porque marcó desde el principio el carácter del idioma, sino porque realmente creo que es una figura que merece consideración y estudio incluso por parte de las personas que no están interesados especialmente en esta lengua internacional. La ocasión de que se conozca algo más sobre él la va a dar la conmemoración, el año 2009, del sesquicentenario (150 años) de su nacimiento. Este mismo año hay otros dos aniversarios, aunque algo menos redondos: el 90 aniversario de su muerte (el 14 de abril) y el 120 de la publicación de la primera gramática que dio a conocer el idioma. Pero será la de dentro de dos años la que puede servir para acercar su figura al público curioso.
Creo que lo mejor es traducir lo que mi amigo y tocayo José Antonio Vergara, chileno y responsable de la actividad en América de la Asociación Mundial de Esperanto, expresaba en un reciente número de La Ondo de Esperanto:
Rápidamente se aproxima el 150 aniversario de Zamenhof. De la misma manera que en 2005 se conmemoró el “Año Einstein”, 2009 debe ser el segundo “Año Zamenhof”, no sólo en nuestro particular movimiento/comunidad, sino sobre todo fuera de él. Actuemos para que UNESCO lo declare así, igual que lo hizo hace cincuenta años.
Quizás más que nunca no sólo podemos, sino que debemos, de una forma sobria (no hagiográficamente) pero a la vez con orgullo, resaltar sus méritos como idealista y humanista, el iniciador enérgico y genial de una iniciativa práctica para la comprensión y la pacificación de los hombres. Este ánimo idealista, ético, es, junto con el propio idioma (y de forma inseparable con éste) nuestra herencia más rica. ¿Acertaron entonces los temerosos líderes el movimiento, que hace cien años le silenciaron para favorecer un medio de comunicación meramente lingüístico, estrictamente racional y comercial? Importantes intelectuales como Umberto Eco, han expresado admiración por su figura moral e intelectual, sugiriendo que merecería la pena difundir mejor la fascinante biografía de Zamenhof, el lado idealista de su actividad. ¿Aparecerán ahora por fin algún filme sobre él, traducciones a lenguas nacionales de su biografía y sus obras (como la reciente Mi estas homo), sellos especiales, una web multilingüe en homenaje a él, etc.?
Creo que José Antonio lo expresa perfectamente, y sólo me queda comentar algunas de sus afirmaciones, para aquéllos de los lectores que no conozcan el esperantismo.
En primer lugar, sobre el ánimo de Zamenhof, es interesante subrayar que el objetivo del esperanto, tal como él lo concibió, tenía un fuerte trasfondo ético: se trataba de alcanzar la comprensión y la amistad entre los pueblos, y no sólo el objetivo práctico de facilitar los intercambios económicos y científicos, como pretendían muchos otros de los pioneros, sobre todo en el occidente europeo. Zamenhof no rechazaba este aspecto práctico, pero su insistencia en que había que cuidar lo que se denominó idea interna, aunque muchas veces no se supiera concretar bien en qué consistía ésta, ocasionó más de una discrepancia con otro sector del esperantismo. Estos conflictos pueden seguirse ahora de forma retrospectiva gracias a la reciente edición de un libro (el citado "Mi estas homo": “soy un ser humano”) que recoge los escritos ideológicos de Zamenhof. Ello incluye sus intentos tardíos de fundación de una especie de religión que rompiera las barreras que separaban a las confesiones que todavía entonces se enfrentaban, y especialmente que suponían un obstáculo a la integración de los judíos. Su análisis del problema judío y de los inconvenientes que el establecimiento de una patria judía en Palestina ocasionaría, y que desgraciadamente el futuro ha confirmado, demuestran la lucidez de su pensamiento. La influencia que su condición de judío y las discriminaciones y sufrimientos que ello le supusieron, y su relación con el nacimiento del esperanto, pueden leerse en un interesante ensayo accesible en la red, en italiano, del profesor Carlo Minnaja.
Menciona José Antonio la necesidad de que el tratamiento de Zamenhof sea sereno y no hagiográfico. Merece la pena recalcar que en ocasiones el movimiento esperantista ha pecado de cierto culto a la personalidad de Zamenhof. Ello ha dado una cierta mala imagen en algunos ámbitos. Creo que el asunto está ya superado, y que corresponde a una época en la que estas actitudes no eran tan raras. Sin ir más lejos, cualquiera que lea la historia de los primeros años del Partido Socialista Obrero Español, se encontrará el mismo fenómeno con respecto a Pablo Iglesias, al que se le confería a menudo el mismo título de Maestro (en el caso de Zamenhof, Majstro). En la actualidad este tipo de tratamiento está casi erradicado, sin que ello obste para que siga presente la admiración por su figura, y un cierto (re)sentimiento porque ésta no sea apenas conocida fuera de nuestros círculos.
En cuanto al llamamiento a la publicación de libros sobre su figura, los hispanohablantes tenemos la suerte de contar con una buena versión: como ya comenté hace unos meses, se editó el año pasado la traducción de “El hombre que desafió a Babel”, un libro que cubre perfectamente esta necesidad. En cuanto a otros medios, he aquí una pequeña contribución: una caricatura de Zamenhof del dibujante argentino Bob Row (ver más en su web).
Lo de la película va a ser más difícil: a pesar de su interés en rodar en idiomas no habituales, me temo que esta vez Mel Gibson no va a estar interesado...