2.5.07

 

Comunidad y Ayuntamiento de Madrid: sobra uno de los dos

Es consenso general (entre políticos y periodistas) que el Estado de las Autonomías es una gran creación de la democracia española, y que funciona aceptablemente bien. Me temo que el resto del personal no lo tiene tan claro, y quizás en ningún sitio se ve mejor lo absurdo del modelo, que en la situación administrativa de Madrid, con dos administraciones que se solapan en un 60% de la población.

Cuesta explicar a los no españoles este asunto del Estado de las Autonomías. Lo he intentado en mi blog en esperanto, pero es difícil. Existen países en los que una región de un estado goza de autonomía, o tiene un status distinto al resto. También es inmediato comprender un estado federal, ya que hay muchos casos de este tipo. Pero un estado con esta dispersión de competencias, y esta asimetría, eso es mucho difícil de entender.

El caso es que cada uno de los pasos que se dieron para llegar aquí era lógico. Que Cataluña y el País Vasco tenían que poseer algún tipo de autogobierno, era una exigencia del momento histórico y de las características de las sociedades de esos territorios. Que si ellos lo tenían tampoco se iba a quedar sin él Galicia, entra dentro de lo normal. Que en tal caso también Valencia y las Baleares no debían quedar sin algún tipo de autonomía, dada su situación lingüística, es un corolario lógico. Que Canarias tiene unos problemas singulares, y que Andalucía tiene una personalidad propia, nadie lo niega. En tal caso, cómo Asturias y Aragón van a permanecer formando una unidad con Castilla. Y así sucesivamente, hasta llegar a la conclusión de que no es descabellado que Madrid tenga un status del estilo de los distritos federales.

Ahora bien, en cada uno de los pasos se pierde un poco de lógica y evidencia, y se disminuye un tanto el federalismo. Así que ha quedado un modelo extraño, ni chicha ni limoná. Inestable, porque el primer paso de la cadena es consciente de su singularidad y el último no quiere quedarse descolgado. Confuso, porque no queda claro el modelo de competencias ni de responsabilidades. Ingobernable, porque permite el escaqueo y la responsabilidad de los gobernantes ante las dificultades, y la pelea por la foto en los logros.

Añadamos además la pervivencia de las provincias, una demarcaciones que, no lo olvidemos, nacieron para contrarrestar a las regiones y facilitar el gobierno centralista, y que por tanto no tienen sentido en un gobierno federal. Y cuyos gobiernos (las diputaciones) se han convertido en un nido de corrupción y nepotismo.

Como decía, el caso extremo que demuestra que algo se ha hecho mal por el camino es el caso de la Comunidad de Madrid. No quiero emplear este texto con enfoque partidista, y de hecho pensaba esperar a publicar algo así el día de las elecciones de mayo, pero he decidido adelantarlo por dos acontecimientos concretos. Uno, el sainete (nunca mejor dicho, tratándose de Madrid) montado hace un par de días por las peleas entre gobiernos regional y municipal por el incidente de las inundaciones en la carretera de circunvalación. Como se ve, mientras los dos máximos dirigentes se peleaban por inaugurar unas obras, sus segundones lo hacían para eludir responsabilidades ante errores. Al día siguiente, en un encuentro al que asistía, de tipo profesional, representantes de las administraciones dedicaban la mitad de sus intervenciones a discutir a quién correspondían las competencias (y por tanto los dineros) sobre la materia que nos había llevado allí.

Así que mejor decirlo hoy, un día festivo absurdo donde los haya (tras el 8 de diciembre, claro).

No se trata, como tantas veces se dice, de un enfrentamiento entre los dirigentes (en este caso Espe y Alberto por un lado, o Espe y ZP por el otro), ya que la situación sería la misma si gobernasen otros partidos u otros políticos. Sería lo mismo, porque el problema es estructural: cuando un solo Ayuntamiento gobierna sobre el 60% de la población y cuando además aquí está la sede del gobierno central, o está claro quién se ocupa de qué, o la discusión sobre competencias ocupará el 90% del tiempo de los políticos y funcionarios. Cuando, por poner un ejemplo sencillo, existe una red de bibliotecas municipales y otra regional, a veces hasta vecinas, y no tienen ni el mismo horario, ni el mismo sistema de préstamo, ni interconexión, ni coordinación en las compras, estamos ante un derroche de recursos y una pérdida de eficiencia.

Así que una de las dos instituciones sobra. No soy quién para proponer cuál, ni me importa mucho. Es igual que se cree un Gran Madrid, que se parcele el actual en distritos, que las áreas rurales pasen a depender de otras regiones, que se haga algo intermedio. Me da igual. Pero, por favor, que dejen de discutir y se responsabilice cada uno de la parte que le toca servir a los ciudadanos.

Y que se cree un modelo de Estado racional. En vez de chapucear Estatuto a Estatuto (por cierto, ¿a qué se dedica Jordi Sevilla?), que se decida si se crea un Estado federal, uno semi-federal o semi-centralista. Pero uno serio, que los ciudadanos empezamos a estar hartos.


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Comentarios:
A lo mejor, lo que madrid necesita ser es un distrito federal, ui, lo siento, un distrito autonómico, queria decir.
 
Muy buena entrada. Yo creo que con la mentalidad que reina en este pais ningun partido politico se va a mojar en hacer ningun tipo de cambio estructural.
Miguel, salu2.
 
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