11.7.07

 

Los esperantistas del otro bando

Hay en la imagen pública de los esperantistas, especialmente de los que actuaron en los años 20 y 30, la idea de que eran todos masones o anarquistas, o, en cualquier caso, miembros o simpatizantes de alguno de los movimientos que constituyeron el Frente Popular y lucharon en el bando republicano durante la guerra civil. Puede ser verdad que ello fuera así en el caso de una cierta mayoría relativa, pero, como no me canso de repetir, el esperantismo es una comunidad muy plural, con una gran variedad de ideologías e intereses.

Quizás ha podido también contribuir a esa imagen el hecho de que una mayoría de las personas a las que he dedicado mi atención en las páginas sobre historia de esta web lucharon en el lado republicano. Pero ello tiene dos explicaciones: que, como he indicado, seguramente eran más; y, por otra parte, que durante muchos años han estado más olvidados, como ha pasado en general en el caso de los perdedores, y como ya comenté en el caso de Sidonio Pintado.

Por esta razón, en la comunicación que presentamos en el Congreso sobre la Guerra Civil, sobre el empleo del esperanto en este conflicto, llamó la atención el que mencionáramos el hecho de que hubo un importante grupo de esperantistas que apoyó el bando que podemos llamar rebelde, nacional, derechista o franquista (soy consciente de que la terminología la carga el Diablo). En concreto, comentamos la existencia de dos importantes colectivos en este campo.

Por un lado, los católicos, que empleaban el esperanto como un nuevo latín, y entre los cuales se puede mencionar la actividad de un significativo número de sacerdotes. Uno de los más importantes Joan Font i Giralt, que había sido presidente de la Unión Internacional Esperantista Católica (IKUE) entre los años 1927 y 1935, fue asesinado por un grupo de milicianos cerca de Collell, al comienzo de la guerra.

Los militares

Otro importante grupo fueron los militares, que tuvieron un gran protagonismo en el movimiento esperantista de comienzo de siglo. Se trata de una curiosa característica del movimiento esperantista español, que llamaba la atención en otros países. Una parte de este grupo tomó partido por la república al comienzo de la guerra, y se encontró entre los más ardientes defensores de esta. Es el caso de Julio Mangada, Emilio Herrera, o Fernando Redondo, a quienes ya he dedicado alguna atención.

Pero otros fueron partidarios del bando franquista. Y en los últimos tiempos he estado recopilando información, con el curioso resultado de que en el caso de varios de ellos su actividad relacionada con el esperanto aparece en sus expedientes militares.

Postal con la imagen de Vicente Inglada OrsPuede mencionarse en primer lugar a Vicente Inglada Ors. Sobre él ya he publicado en esta web, y su caso es el más conocido, ya que se trata del autor de numerosas obras: métodos de enseñanza, traducciones de obras literarias, creación original, participación en la Academia de Esperanto, etc. Hay que decir, no obstante, que su participación en la guerra fue casi nula, ya que ésta le pilló en el bando equivocado, y pasó las hostilidades escondido, según su biografía.

Otro caso es el de Ramón de Salas Bonal, de quien se conoce su importante papel en el bando franquista en Zaragoza, donde pudo conseguir que no cerrara el club "Frateco", que se constituyó así en el único grupo esperantista que funcionó ininterrumpidamente durante esos años. Sin embargo, el expediente militar de Ramón de Salas no hace referencia al esperanto, ya que se había retirado en 1931, aprovechando las facilidades que la legislación republicana dio para el retiro de militares, y su actividad esperantista (por ejemplo, la presidencia del citado club esperantista o su traducción de "Sangre y arena" de Vicente Blasco Ibáñez) tuvo lugar durante los años posteriores.

José Perogordo Distinto el caso es el de José Perogordo Camacho, en cuyo caso el esperanto tiene un gran papel durante los primeros años de su carrera. Entre 1907 y 1914 aparecen en su expediente sus viajes a los Congresos Mundiales de Esperanto, al principio como permiso, pero más adelante representando al Estado español. Además, figuran como méritos la impartición de cursos en la Universidad Central de Madrid (la actual Complutense) y en el Ateneo de Madrid. También él tuvo cierta actividad literaria, como traductor de "El licenciado Vidriera" de Cervantes. A partir de la Gran Guerra, su actividad fue reduciéndose, pero no todavía en 1920 aparece un permiso para participar en otro Congreso, en La Haya.

También Perogordo se retiró oficialmente en 1931, como general. Al iniciarse la guerra pidió su reincorporación en el bando "nacional", como dice el expediente. Ocupó puestos en la retaguardia, en servicios técnicos de la Aviación, curiosamente de forma algo paralela al caso de su compañero Emilio Herrera en el bando republicano.

Tras la guerra pasó de nuevo a la reserva. Aun en este periodo no desapareció su relación con el esperanto, ya que participó, de forma menos intensa, en diversas actividades del movimiento esperantista, cuando éste comenzó de nuevo a revivir. Pero sobre este particular no hay ya ninguna nueva alusión en el expediente oficial.

Un sospechoso

El último caso que quiero mencionar, y el que tiene una derivación más interesante, porque ilustra bien la siempre controvertida relación del franquismo con el esperanto, es el de Antonio Jiménez Mora. Éste había sido muy activo dentro del movimiento esperantista durante el final de los años 20 y principio de los 30, entre otras actividades como motor del grupo de Oviedo. Sin embargo, no aparece nada en su expediente, seguramente porque no necesitó permisos especiales para esta actividad.

El comienzo de la guerra le sorprendió en el norte de Marruecos, donde estaba destinado como juez. Allí pasó los primeros meses, hasta que en noviembre fue destinado como comandante de las Fuerzas de Regulares a primera línea del frente (por ejemplo, comandó la toma del Palacio de la Moncloa, entonces un edificio menos importante que ahora).

Pero en su expediente aparece un episodio significativo: en 1938 se le abrió una investigación, para comprobar su lealtad a la causa. Como se sabe, fue habitual durante la guerra, en ambos lados, el caso de los denominados leales geográficos, a los que la guerra les sorprendió en el lugar equivocado, y que se convirtieron en sospechosos de deslealtad. En el caso de Jiménez Mora las sospechas procedían de su posible actuación en "asuntos masónicos y extremistas". Como es sabido, la masonería era un grupo bastante extendido en el ejército y al que Franco demostró especial inquina.

En las diligencias abiertas, el papel del esperanto es directo: se menciona que

“con anterioridad a Octubre de 1934, el expresado Jefe estuvo afiliado al partido de Izquierda Republicana, del que se dió de baja en cumplimiento del Decreto de Julio de 1934 (que prohibió la participación de militares en los partidos políticos), y también perteneció a una asociación esperantista, sin que conste que con posterioridad a dicha fecha colaborara en agrupación alguna de las que habían de integrar el Frente Popular”

Tras la exploración, Jiménez Mora, que era comandante, pudo continuar su carrera militar. Al acabar la guerra ocupó puestos en la justicia fiscal en diversas provincias. Se retiró en 1954.

Según la investigación citada, puede constatarse que el esperanto estaba conectado de alguna forma, en la mente de los jueces, a los movimientos sospechosos. Sin embargo, no puede concluirse que en sí mismo sirviese como elemento acusatorio, al menos en el caso de Jiménez Mora, ya que su relación con este idioma era suficientemente conocida por las instancias judiciales, y no es reprochada en ningún momento en los papeles. Se sabe incluso que Antonio Jiménez Mora intentó convencer a sus superiores que empleasen el esperanto para contrarrestar la propaganda que el bando republicano estaba llevando a cabo en ese idioma. Sin embargo, fracasó en su intento. Puede decirse que el esperanto no era una lengua peligrosa para los derechistas, pero probablemente tampoco era un movimiento que resultase simpático a las instancias superiores del nuevo régimen.

De hecho, el esperanto sufrió un importante retroceso en los años de la posguerra, durante los que la actividad casi desapareció durante varios años. Poco a poco fue recuperándose, y en este renacimiento desempeñaron un papel personas de todas las tendencias políticas. Tanto de los perdedores, como de muchos de los que apoyaron a los vencedores. Aunque Ramón de Salas falleció durante la guerra, y Vicente Inglada poco después, Perogordo y Jiménez Mora participaron, si bien de forma menos intensa, en esta recuperación.

Que Franco terminase siendo Alto Protector del Congreso Mundial de Esperanto que tuvo lugar en 1968 en Madrid, es un espectacular indicador de que en el mundo del esperanto hay de tó.


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Comentarios:
Mira por dónde he encontrado algunos aspectos de la vida de mi abuelo (Jiménez Mora) que, aunque conocía, no los tenía tan claros...
 
Astur: si tienes algún dato sobre tu abuelo, ponte en contacto conmigo; estaré encantado de conocerlos.
 
fijate, tengo un manual de esperanto escrito por un alto cargo franquista, no recuerdo cual era su puesto pero algo de Telegrafos y correos.

lastima que me lo dejara en españa
 
Supongo que te refieres al manual de Fernando Soler. Es un poco antiguo, pero yo también aprendí con él :-)
 
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