16.12.08

 

La importancia de las personas

Es difícil juzgar la importancia objetiva de las personas. ¿Quién debe figurar en la Wikipedia? ¿Quién merece una necrológica en un periódico? Ya me quejé hace unos días de la poca importancia que se da a los científicos, y utilizaba este ejemplo de las necrológicas para argumentarlo. Como esperantista también me suele molestar que personas que considero muy relevantes, pero quizás demasiado alejadas de los circuitos de poder, sean relegadas por los medios tradicionales. Recuerdo cómo me molestó que no apareciera en los periódicos nacionales el fallecimiento de Fernando de Diego, el traductor del Quijote al esperanto, justo cuando estábamos a punto de hacerle un homenaje público, y aún más por la coincidencia de que durante esos días apareciera la necrológica de alguien cuyo único mérito era el haber sido marido de una actriz de Hollywood.

También ocurre lo contrario: que uno no aprecie los méritos de alguien cercano hasta que no se lo recuerdan en su necrológica. Me acaba de pasar con dos esperantistas, que conocía por este motivo, pero cuya importancia fuera de este círculo me acaba de ser descubierta.

El primero ha sido el caso de Forrest Ackerman. A Forry le mencionaba en mi artículo sobre el esperanto y el cine, como coleccionista de elementos relacionados con este arte, pero debo confesar que hasta ahora apenas era consciente de la gran estima que se le tiene en el mundo de la ciencia-ficción y el cine fantástico. Lo he tenido que comprobar ahora, cuando con ocasión de su muerte, incluso “El País” no sólo le dedica un largo artículo sino que incluso menciona su relación con el esperanto. Es impresionante descubrir lo querido que era por parte de los fanáticos de este género.

Parecido es el caso de Ralph Lewin, al que apenas había prestado atención hasta este momento, a pesar de ser el co-traductor de una de las obras que más me gustan en esperanto: Winnie-la-Pu. Me apetece mucho mencionar este libro porque suele resultar muy chocante: tenemos una imagen errónea de la obra, quizás por la influencia de la película, cuando en realidad es una historia magnífica, al menos cuando la leo en esperanto. De hecho, no sólo la suelo mencionar en charlas, como la que di este jueves pasado en un colegio de Madrid, sino que ocupa un lugar especial en mi página sobre el esperanto y el humor. Pero ha tenido que llegar su muerte para que supiera que Lewin era además un biólogo marino muy destacado, con una carrera profesional amplia y apreciada. Incluso un tipo de bacterias, Lewinella, se llama así en su honor. Es una lástima que haya tardado tanto en escribir algo sobre él, pero me alegra al menos haber podido al fin agradecerle los buenos momentos de lectura: “Fallece el padre de las algas verdes” y en viquipedia.

Es otra buena consecuencia de saber esperanto: que tus méritos se pueden dar a conocer por encima de las fronteras y de las especializaciones.


Bookmark and Share
Comentarios: Publicar un comentario

<< Volver a la portada