22.1.09

 

¿De verdad que las mujeres leen más?

Se acaba de publicar el informe “La lectura en España, 2008”, editada por el Gremio de Editores de España, bajo la dirección de José Antonio Millán. El informe se puede leer completo en pdf en http://www.lalectura.es/.

Me encuentro en él de nuevo un dato que tenía ganas de comentar desde hacía tiempo, porque lo leo a menudo, y que creo que es erróneo: que las mujeres leen más. En concreto, el dato aparece en el capítulo “La lectura de la lectura: hábitos y políticas”, donde se define el retrato robot de una persona lectora como el de “una mujer joven, con estudios universitarios y que viviera en una ciudad de más de un millón de habitantes”, y se presenta como un dato consistente con la mayoría de las investigaciones.

La fuente principal que se cita es la serie de estudios sobre “Hábitos de lectura y compra de libros”, que todos los años edita la Federación de Gremios de Editores de España. El dato también lo recoge como conclusión (así de tajante: “Las mujeres leen más que los hombres”) el Plan de Fomento de la Lectura del Ministerio de Cultura.

Es una tendencia europea que se deduce también de las encuestas de la Unión Europea; en concreto, el Eurobarómetro número 278 sobre “Valores culturales europeos” del año 2007 recogía un dato similar a escala de todo el continente.

En fin, el tópico se oye por todos sitios. Todo el mundo parece estar de acuerdo. Sirve de titular cuando el diario “Público” edita un denominado “Publiscopio” de lectura.

Incluso se apoya a veces en un argumento empírico: “fíjate en un vagón de metro y verás cómo las mujeres leen más”.

Pues bien, lo he escuchado y leído tantas veces, que durante estos meses pasados he estado observando si es verdad. Para ello me he fijado, además de en mi entorno cercano, en ese medio que antes he citado: el vagón de metro. Concedo que no se trata de un estudio científico y espero que un día alguien haga el estudio de forma más detallada y menos sesgada. Pero quiero adelantar que he llegado a dos conclusiones interesantes. Primero, que los hombres leen tanto o más que las mujeres. Segundo, que la lectura de las mujeres es mucho menos variada.

Sobre lo primero no voy a incidir mucho, ya que creo que debería ser objeto de un estudio cuantitativo. Pero al final del texto creo que va a quedar claro por qué mi conclusión se aleja de las que recogen estudios y encuestas oficiales.

El segundo punto lo voy a desarrollar. Pero primero debo aclarar que las informaciones y consideraciones que diré a continuación deben entenderse siempre en un sentido estadístico, no como una generalización o como una caracterización de lo que debe ser. Tampoco (por el momento) quiero hacer juicios de valor. Es lo que observo.

¿Qué leen y qué no leen las mujeres?

Cuando digo que menos variado, es (con las excepciones que sean aplicables) porque he observado que las mujeres sólo disfrutan de seis tipos de lecturas:

— Novelas: creo que no necesita mucha explicación. Las mujeres leen mucha novela (los hombres también, pero menos)

— Prensa gratuita: en el vagón de metro por la mañana se leen muchos periódicos gratuitos, y en proporciones similares entre ambos sexos (en el resto de lugares, es probable que la distribución sea similar, aunque eso seguro que lo saben mejor sus editores).

— Revistas “de mujeres”. No sé definir bien este concepto, pero incluyo aquí aquéllas que leen mayoritariamente las mujeres, y que van desde las revistas del corazón, o de moda, las tipo “Cosmopolitan” hasta las revistas para chicas, o algunas especializadas en temas del hogar. También incluyo gran parte de los suplementos dominicales de los diarios, que cada vez están más orientados a la mujer de clase media. Aclaro que no hay en el término ninguna consideración peyorativa; luego mencionaré la obvia existencia de revistas “de hombres”.

— Libros de psicología o de autoayuda. En el término autoayuda incluyo también algunos de temática médica, orientados sobre todo al tratamiento de enfermedades psicosomáticas.

— Biografías. Incluyo aquí los libros de actualidad sobre personas concretas (no necesariamente de cotilleo).

— Lectura profesional, es decir, material de trabajo o de estudio.

La siguiente pregunta es obvia: ¿qué es lo que no leen las mujeres? He aquí otras lecturas que son casi patrimonio de los hombres:

— Otros tipos de literatura. Las mujeres leen más novelas actuales, pero la literatura clásica es casi patrimonio de los hombres. Las pocas veces que he visto leer poesía en un lugar público, era un hombre quien tenía el libro. Parece que las mujeres van más al teatro o al cine, pero casi nunca he visto a una mujer leer un libro de teatro o un guión de cine (no incluyo lecturas profesionales)

— Otra prensa: las mujeres no leen prensa deportiva (es una constatación obvia, y tiene la consecuencia de que en las conversaciones sobre hábitos de lectura, aparezca a menudo el tópico de que los hombres sólo leen este tipo de lectura). Tampoco leen prensa económica y casi nada de otra prensa especializada. Las mujeres leen poca prensa diaria, a pesar de los esfuerzos de los diarios por atraerlas, y muy a menudo sólo la del domingo, que parece que a veces se lee como suplemento del suplemento.

— Revistas de otro tipo. Las revistas se han segmentado por sexos. Como decía antes, hay revistas que leen mayoritariamente las mujeres, y que han terminado siendo “de mujeres” (pero incluso en ese caso los hombres también las leen, aunque a menudo sea vergonzantemente). En cambio, casi ninguna mujer lee revistas políticas, técnicas, científicas, de historia, ni siquiera revistas de libros. Sobre las revistas claramente orientados al sector masculino, tipo “FHM”, o del motor o pornográficas, no hay mucho que hablar.

— Libros de no ficción. En ocasiones puede verse a mujeres leyendo libros relacionados con la actualidad, especialmente si tienen un componente biográfico, y también he mencionado el caso de los libros de autoayuda. También las mujeres pueden leer otros libros cuando lo necesitan por cuestiones profesionales o por estudio. Pero fuera de estos casos, el género de no ficción es patrimonio casi exclusivo de los hombres, especialmente los textos de divulgación o el ensayo. Apenas he visto a una mujer leer un libro de historia (César Vidal no cuenta, que es de ficción), o un libro de ciencia, o uno de música.

— Lectura en Internet. La lectura de páginas web, blogs o prensa en internet es mucho más habitual en hombres. En el caso de la prensa, el dato lo recoge el Informe sobre la lectura ya referenciado, pero creo que es extrapolable a otro tipo de lectura en la red. Evidentemente, las mujeres también leen en Internet, y de forma creciente, pero creo que gran parte de la lectura entra en algunas categorías de la forma escrita que cité en la primera parte.

Debo confesar que en este último caso no tengo datos objetivos y que me baso más en la intuición y en observaciones poco fiables. Además, no estoy considerando aquellos casos en que la lectura es más bien un ejercicio de diálogo, es decir, cuando se produce una comunicación escrita bi- o multi-direccional, como es la mensajería, el mensaje de texto, las redes sociales o los foros. Lógicamente aquí se produce también una lectura, pero creo que de otro tipo.

Lectura no es sólo la de novelas

Creo que ahora se ve mejor por qué las fuentes que citaba afirman que las mujeres leen más, y por qué yo estoy en desacuerdo: los informes que publican una información tan tajante hacen referencia a la lectura de libros, y sobre todo a la de novelas, a la que quizás consideran como una forma superior de lectura. Cuando se consideran otras formas de leer, la afirmación deja de tener sentido.

Es algo que debería ser obvio y el propio informe sobre la lectura ya citado hace referencia a ello (página 154). Pero no parece serlo, a tenor de las veces que se hace referencia a la lectura en el sentido restringido, o bien porque se toma como base una fuente interesada, como es la Federación de Gremios de Editores. Y además, con la llegada de los libros electrónicos, este criterio tendrá cada vez menos relevancia.

Reitero que la generalización tiene un sentido estadístico, y que la observación sobre la menor variabilidad de la lectura de las mujeres no involucra un juicio de valor. Eso sí, me llama la atención, y no sé si tiene que ver con un fenómeno más general: la menor variabilidad en las opciones de comportamiento que toman las mujeres, quizás por el mayor sometimiento a la presión social, o por una mayor aversión al riesgo.

Corrijo: voy a acabar con un juicio de valor y una generalización: mi lectura favorita son los libros de divulgación. ¿Por qué a las mujeres no les gusta leer, por placer, libros de no ficción?

[Nota adicional: Lo reitero de nuevo y lo pongo en negritas, porque tras publicarlo he leído varios comentarios acusando al artículo de machista. No creo que lo sea y no lo consideraba como tal, al menos en el sentido restringido de que creo que no afirmo que la lectura de las mujeres sea inferior. Deduzco que hay una confusión, y que me he expresado mal, porque creía haber dejado claro en el texto que considero que no hay una lectura exclusiva de mujeres, ya que todas las que menciono en el texto como leídas por mujeres lo son también por los hombres. Es al contrario: lo que observo es que hay un tipo de lectura sólo de hombres, que las mujeres leen sólo excepcionalmente. Y debo añadir que tampoco esto indica un juicio de valor, ni siquiera inverso: yo jamás leo algunos de las lecturas que observo como exclusivas de los hombres, y en concreto la más habitual, la prensa deportiva, y no por ello la considero tampoco inferior]


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Comentarios:
Es curioso, recientemente en mi blog publiqué una entrada similar, si bien no tan rica en detalles como la tuya. Lo realmente curioso es que tengamos que pedir disculpas por señalar diferencias que la ideología de género reinante tacha de machistas sin más. Bueno esta es mi entrada:

Lectores y lectoras.
 
A mí me molesta un poco la inconsecuencia: si una mujer hace referencia a una diferencia entre los sexos, se puede considerar aceptable; si lo hace un hombre, se considera sospechoso. Puedo entender la razón: quien está en posición de inferioridad está a la defensiva. Pero está claro que distorsiona los debates.
 
"Puedo entender la razón: quien está en posición de inferioridad está a la defensiva", dice usted. Yo creo que la razón está en que "quien goza de privilegios manifiestamente injustos no tolera que nadie recuerde la existencia de esa injusticia de la que se está beneficiando".

No cabe duda de que las mujeres se presentan hoy como un grupo "en posición de inferioridad", y con tal pretexto se benefician de privilegios de todo tipo: desde la exclusión en el servicio militar obligatorio hasta la "discriminación positiva" en el mismísimo código penal. Una ojeada a la historia, sin embargo, nos demuestra que los grupos privilegiados siempre han presentado sus privilegios como justas compensaciones por las injusticias que han tenido que sufrir. Aunque hoy sea políticamente incorrecto recordarlo, los nazis justificaron en un principio su discriminación contra los judios bajo el argumento de que éstos, por medio de engaños, habían logrado una posición de preeminencia contraria a la igualdad (quien haya leído a Freud, recordará su amargura por no poder ser profesor titular en la Universidad de Viena: el porcentaje de judios entre el profesorado, le decían, era muy superior al porcentaje de judios entre la población, por lo que había que practicar la "discriminación positiva", ante litteram, en favor de los pobrecitos y discrminados arios).

(athini_glaucopis@hotmail.com)
 
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