12.11.09
La miseria de la investigación filológica española
¿Se imaginan que para hablar sobre Aeronáutica en un curso universitario, los organizadores eligieran a un historiador que ha estudiado la vida de un turista que viajaba a menudo en una línea de bajo coste? Pues parece que en la universidad española esta elección le parece correcta a quienes organizan unas jornadas sobre lenguas construidas.
Siempre me ha resultado curiosa la relación de las instituciones españolas de investigación lingüística, especialmente la universidad, con el esperanto. Para ser exacto, la nula relación. Hay y ha habido profesores universitarios de otras disciplinas que hablan esperanto, grupos de esperanto en la universidad, centros universitarios donde se dan clases de esa lengua, investigaciones históricas en las que el esperanto ha tenido algún papel, o trabajos de estudiantes relacionados con el esperanto. Hay lingüistas y traductores que se ocupan del esperanto (por poner dos ejemplos, traductores profesionales son el actual presidente de la Federación Española de Esperanto y el redactor de su revista). Pero es llamativo que ningún filólogo español de nivel universitario se interese profesionalmente por las características propiamente lingüísticas de un idioma construido, que se ha convertido en un instrumento de relación internacional consolidado, ha creado una cultura propia, y hasta ha producido hablantes nativos. Me da la impresión incluso de que existe en esos medios un prejuicio, como si las lenguas construidas fueran un juguete poco serio, propio de marginales o de aficionados a la literatura fantástica, y que el esperanto en concreto tiene un problema de imagen entre los miembros de la camarilla académica.
No es el caso de otros países, donde el estudio puramente lingüístico del esperanto es una disciplina consolidada e incluso respetada. Es digno de señalar que tanto el actual presidente (el indio Probal Dasgupta) como algunos de los previos (Renato Corsetti, Humphrey Tonkin) sean lingüistas reconocidos, o que el actual presidente de la Academia de Esperanto, John Wells, sea una de las máximas autoridades en fonética inglesa. En varios países existen cátedras de esperanto en la universidad, y existen revistas académicas sobre Interlingüística. Lingüistas de prestigio (como David Gold, que acaba de dar una conferencia en la universidad de Alicante) no tienen miedo de hablar favorablemente sobre el esperanto. En el caso de España, salvo en algunas universidades catalanas y el caso tan especial y ya pasado de Juan Régulo Pérez en La Laguna, parece que los filólogos están al margen de este fenómeno lingüístico.
Cuando por fin los filólogos de la Universidad de Madrid y el CSIC deciden dedicar un tiempo a las lenguas auxiliares, lo hacen en un contexto divulgativo, como si fuera una broma, o una mera curiosidad. Viene a cuento esto por la celebración estos días de la Semana de la Ciencia en Madrid, durante la cual que se ha programado un seminario sobre lenguas construidas. Pues bien, en una de las jornadas se ha incluido una charla sobre el esperanto, y, como decía al principio, los organizadores, miembros de la comunidad académica (Universidad y CSIC) se la han encargado a una persona que se ha encontrado el idioma de una manera marginal, en el curso de una investigación histórica sobre un antiguo anarquista comunitario, y que realmente ni conoce el idioma a fondo, ni tiene contacto con sus hablantes.
Es asombroso que unos estudiosos universitarios no se pongan en contacto con quienes podrían informar con auténtico conocimiento de la lengua, tanto desde el punto social como lingüístico. Y lo es aún más que traten este fenómeno con la superficialidad con que lo hicieron, sin darse cuenta de las potencialidades que tiene este fenómeno, y la seriedad con la que los hablantes lo consideramos. Incluso el ambiente general de la jornada, a la que tuve ocasión de asistir, fue frívolo, sin apenas menciones al hecho de que lingüistas de gran calado como Peano, Wüster, René de Saussure, Gode, etc. se han ocupado de las lenguas auxiliares, e incluso han participado en la creación de algunas de ellas.
En el caso concreto de la conferencia sobre el esperanto mis críticas no se refieren sobre todo al contenido. La persona que habló sobre esta lengua, y sobre el ido, una derivación de aquella, Santiago Tovar, ha hecho una meritoria investigación sobre un personaje muy peculiar, relacionado con los dos idiomas en los años 30, Heinrich Goldberg (alias Filareto Kavernido) y en el transcurso de la misma ha conocido lo suficiente sobre ambas lenguas para poder hacer una presentación pública. El problema es que ni el esperanto hoy es el de los años 30, ni ese personaje, absolutamente marginal incluso dentro de los esperantistas, es representativo de éstos. En esta misma web tengo información sobre la historia del esperanto, y puede verse que junto a este personaje ya entonces existían personas perfectamente integradas en la sociedad española, algunos con importantes cargos y posiciones. Tampoco hoy el esperanto es una cuestión de marginales, sino una comunidad muy plural, aunque nadie deja de reconocer que minoritaria.
Así que el enfoque de la charla incidió en el carácter utópico del esperanto, considerado como algo que fracasó debido a las carencias propias de los lenguajes construidos. Y, sin embargo, como tantas veces he dicho aquí, el esperanto es una lengua muy normal, en la que se pueden expresar todo tipo de sentimientos, y en cuanto al fenómeno de la planificación lingüística, cualquier académico debería saber que es un fenómeno perfectamente explicable en el desarrollo de la sociedad moderna, en la que las fuerzas sociales y las relaciones de poder influyen más que la forma de los sufijos.
En un momento incluso se afirmó que aunque hay libros traducidos, apenas hay literatura original. ¡Por Dios!, si hasta se ha publicado recientemente una "Concise Encyclopedia of the Original Literature of Esperanto", de 700 páginas de letra apretada.
Esta claro que el esperanto tiene un problema de imagen, y que es difícil argumentar cuando hay tantos prejuicios. Algunos lingüistas lo superan, pero no sé si los filólogos españoles tendrán la misma apertura de mente.
Cuánta razón, y qué impotencia da la realidad dicha así.
Tengo esperanza en que un día será diferente, sin embargo.
Gxis revido!
<< Volver a la portada